Entradas

Mostrando las entradas de 2022

Al fin todo es un milagro

En algún día aleatorio de 2018, asistí a una conferencia de Hernán Lavín Cerda y adquirí su antología personal. Me tomo la libertad de ocupar esta hoja para compartir algunas oraciones, con el fin de motivarme a compartir oraciones propias en un futuro cercano. Página 38, tercer párrafo: - También mañana las voces más importantes serán las de los artistas que hagan sentir, a través de su voz aislada, un eco del fatal aislamiento de cada uno de nosotros. En este sentido, sólo los aislados hablan, sólo los aislados comunican. Página 51, cuarto párrafo: Voy cayéndome desde la piel al alma cuando tus ojos se aproximan como las aguas del océano Página 167, segundo párrafo: Sólo a veces habitan en mí las palabras que se deslizan como el espíritu de los dioses, desde lo sombrío hacia la transparencia: las palabras justas donde anida el amor, este amor de labios adentro, no de espadas, quién sabe, tal vez de espadas como labios, este amor tan antiguo y tan nuevo, que intenta decirte algo, todo...

No se me ocurrió nada

Quería escribir algo que describiera lo que las noches contigo hicieron conmigo, cómo la mochila que llevo a todos lados se sintió como si no pesara tanto, sobre cómo compartir los domingos en la tarde contigo pareció buena idea y dejar de huir dejó de ser tan tentador, pero no se me ocurrió nada.

Creo que soñé contigo

Me acordé de ti e imaginé tu compañía mientras esperaba sentado en la banqueta afuera de una plaza.  Claro vi tu cabello desordenado y percibí la mezcla de tu aroma con el de la lluvia que estaba por llegar, el tacto del plástico de la chamarra que siempre llevabas, tu mirada fija -en conversaciones ajenas, pensando en tus pendientes-, el movimiento nervioso del tic en tu pierna, el comerte las uñas, el movimiento apresurado de tus ojos con cada mensaje que te llegaba, tu nariz resfriada, tu boca y tu entrecejo fruncido y quizá un leve gritito para liberar el estrés. Regresé a casa y vi la alacena vacía, solo un pan duro para desayunar mañana.  Creo que soñé contigo porque desperté con los ojos cansados.

No pude sepultar a la esperanza

Tiempo, tiempo, tiempo. Necesito tiempo, tiempo indefinido para arreglarme el alma, tiempo para curarme -porque estoy enfermo-, tiempo para crear nuevos recuerdos que se sobrepongan a los que tengo -contigo-, tiempo para enfrentar el miedo a la hora de soñar y a la desilusión de encontrarte en mis déjà vu , déjà visitée y déjà planifié . Antes de refugiarme en el exilio, intenté quitar de raíz la esperanza -de creer que no sabes lo que quieres, cuando desde el primer beso me anunciaste que querías esto y nada más: irte y recordarme, saludarme otra vez en Año Nuevo, encontrarme disponible y repetir el ciclo; quererme a veces y poquito- y la guardé en mi mochila junto a las más bonitas de nuestras noches. Sin embargo, fue un andar a contratiempo, pues cada noche la esperanza se enraizaba más y yo podía avanzar menos. Entendí la decisión que debía tomar, gracias a los cerillos que siempre traía para ti. Cubrí la mochila en el suelo con madera seca y la incendié.  Seis meses han pasad...

Hostil refugio

Nos he soñado, nos sigo soñando. En ferries, en trenes, en autobuses. Nos encontramos en la sala de espera, envueltos en chamarras y bufandas. La luna es protagonista en el cielo. Nos susurramos ausentes holas. Suena una voz, dice que hay que abordar. Me subo primero, asombrado siempre por el amarillo y el azul del casco, por las puertas automáticas entre vagones, por el olor del forro de los asientos. Vuelvo la vista a la estación, sigues ahí, mordiéndote las uñas, con el boleto entre los dedos y me dices que no con un gesto. Quiero bajarme enseguida, pedirle al chofer que detenga todo. Pero partimos. Corro a asomar la cabeza por una ventanita y pienso en desarmarme, lanzarme por cachitos para quedarme contigo. Cuando me arranco un pie y estoy por aventarlo, mis párpados se abren, recupero el aliento en mi habitación, un suspiro.   Son las 3:28. publicado el 23 de noviembre de 2021

No voy a esperar hasta el 2023 para pasarla bien

Otro sueño. Era un hámster con rueda de plata, túneles arcoíris, sustrato para dos meses y trece días pero con mi hábitat escondido en la alacena debajo de las escaleras, con una singular croqueta en el comedor y tres gotas de agua verde en el bebedor. ¿Sabes cómo sobreviví? Desde otra ventanita, veía Toda esta ciudad. Me paraba sobre mis patitas traseras y olfateaba el brillo, la calidez de la ciudad del sol. Sol que vuelve ceniza a quien se acerque, que solo en la distancia encontré la manera de darle todo mi amor, porque no podía verla directo a los ojos; algo hermoso pero para extrañar. El rescate fue lo mejor. Me encontré a mí mismo y me guardé en la bolsita de la camisa que está pegada al corazón. Y ahora aunque encuentre más ventanitas en restaurantes o en fiestas, ya no volteo. publicado el 1 de enero de 2022

Cita con el dentista

Un bonito momento. ¿Te acuerdas de esa tarde en tu casa después de volver del dentista que esperamos juntos a que pasara el efecto de la anestesia? Pasaron muchos meses y apenas acudí a la siguiente cita con el doctor. Al instante que volví a quedar adormecido, aparecí de nuevo frente a tus cachetes de hámster, los que guardaban tus ausentes muelas del juicio. Le volví a sonreír a tu mirada frustrada por aguantarse la risa de escucharme contar chistes mal pronunciados. Mis ojos se inundaron de la misma calma que sentí a tu lado cuando compartimos ese bote de sorbete de limón y los cerré para que quedarme otro ratito más ahí,   ya sin sorbete de limón ya sin risa contenida ya sin tu mirada ya sin ti. publicado el 20 de febrero de 2022