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Mostrando las entradas de abril, 2022

Hostil refugio

Nos he soñado, nos sigo soñando. En ferries, en trenes, en autobuses. Nos encontramos en la sala de espera, envueltos en chamarras y bufandas. La luna es protagonista en el cielo. Nos susurramos ausentes holas. Suena una voz, dice que hay que abordar. Me subo primero, asombrado siempre por el amarillo y el azul del casco, por las puertas automáticas entre vagones, por el olor del forro de los asientos. Vuelvo la vista a la estación, sigues ahí, mordiéndote las uñas, con el boleto entre los dedos y me dices que no con un gesto. Quiero bajarme enseguida, pedirle al chofer que detenga todo. Pero partimos. Corro a asomar la cabeza por una ventanita y pienso en desarmarme, lanzarme por cachitos para quedarme contigo. Cuando me arranco un pie y estoy por aventarlo, mis párpados se abren, recupero el aliento en mi habitación, un suspiro.   Son las 3:28. publicado el 23 de noviembre de 2021

No voy a esperar hasta el 2023 para pasarla bien

Otro sueño. Era un hámster con rueda de plata, túneles arcoíris, sustrato para dos meses y trece días pero con mi hábitat escondido en la alacena debajo de las escaleras, con una singular croqueta en el comedor y tres gotas de agua verde en el bebedor. ¿Sabes cómo sobreviví? Desde otra ventanita, veía Toda esta ciudad. Me paraba sobre mis patitas traseras y olfateaba el brillo, la calidez de la ciudad del sol. Sol que vuelve ceniza a quien se acerque, que solo en la distancia encontré la manera de darle todo mi amor, porque no podía verla directo a los ojos; algo hermoso pero para extrañar. El rescate fue lo mejor. Me encontré a mí mismo y me guardé en la bolsita de la camisa que está pegada al corazón. Y ahora aunque encuentre más ventanitas en restaurantes o en fiestas, ya no volteo. publicado el 1 de enero de 2022

Cita con el dentista

Un bonito momento. ¿Te acuerdas de esa tarde en tu casa después de volver del dentista que esperamos juntos a que pasara el efecto de la anestesia? Pasaron muchos meses y apenas acudí a la siguiente cita con el doctor. Al instante que volví a quedar adormecido, aparecí de nuevo frente a tus cachetes de hámster, los que guardaban tus ausentes muelas del juicio. Le volví a sonreír a tu mirada frustrada por aguantarse la risa de escucharme contar chistes mal pronunciados. Mis ojos se inundaron de la misma calma que sentí a tu lado cuando compartimos ese bote de sorbete de limón y los cerré para que quedarme otro ratito más ahí,   ya sin sorbete de limón ya sin risa contenida ya sin tu mirada ya sin ti. publicado el 20 de febrero de 2022