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Me encontré

 Me extrañé en la semana. Un instante de nostalgia me atrajo hacia el pasado, hacia las canciones en las que me acurrucaba. Una sonrisa chueca se trazó en mi rostro porque te recordé y te encontré, poeta olvidado.  Ven, acompáñame. Vamos a desayunar. 

Todo depende de cómo lo mires

ingenuo fantasioso, que crees que el gato se convierte en elefante porque le dices elefante, que abres el periódico y resuelves las desgracias cambiando de página.  Ajeno, artificial, aceptas el ánimo del noticiero nocturno para dormir tranquilo y desayunar sin lágrimas.  Envejeces Ama y enternécete para el cactus en tu ventana para el perro en la banqueta. Todo depende de lo que haces.

Mi pequeña

La saludé al pasar por el jardín con falsa quietud como si fuésemos a merendar me senté a llorar en la mesa. Dónde está ese frenesí, con el que me recibía al llegar, se escondió bajo el sillón donde solía tomar el sol. Ahora salgo a pasear con la correa hecha bola en las manos; visito todos los árboles y molesto a uno que otro gato. ¡Chas! Gritan los pedacitos de lluvia               que                              caen               sobre la tierra seca que cubre a mi pequeña.