Punto de inflexión
En algún momento es tarde para volver a empezar. Si no, los huesos no pesarían y las rodillas no tronarían; las adicciones se irían a voluntad y yo me enamoraría todos los días. A lo mejor sí lo hago pero tranquilamente. La emoción se diluye como el champú en el cabello húmedo. Parece que me envuelve pero fluye y se va por la coladera, la puerta de emergencia que siempre está abierta. ¿Cuál es la emergencia entonces? Mi corazón se ha esfumado. En lo único que pienso son deudas y planes.